La entrada de hoy puede ser algo desagradable para aquellas personas que odian los caracoles, pero he intentado buscar algo de belleza en estos babosos animalitos. Para ello tuve que despertarlos para que salieran de su caparazón, ¿cómo? pues en la terraza les eche un poco de agua como si estaría lloviendo y poco a poco fueron despertando.
Estos crustáceos se mueven muy lentamente, y son ayudados por el mucus que desprenden para evitar la fricción del terreno. Muchos habréis oído hablar de la crema de baba de caracol, y es que tiene una sustancia activa natural que se emplea para favorecer la cicatrización de heridas y úlceras, aunque yo no creo en ella como antiarrugas.
Estos son los caracoles típicos de España (y de otros lugares imagino) pero hay muchas variantes. En el ámbito gastronómico también se usan, y es que hay a personas que les maravillan (otro día me adentraré en su elaboración). Es difícil encontrar la belleza a esos crustáceos pero con un fondo bonito desenfocado puede quedar bastante bien.
*Pincha en las imágenes para verlas en grande.
Yo los odio por el hecho de que se comen las hojas y los frutos de mi huerto, pero me parecen encantadores. Si hoy nos llueve será buena idea coger mañana una bolsa e ir a recogerlos para hacer, como dicen en mi tierra "una buena caragolada"
ResponderEliminarPues yo uso la baba de caracol desde hace bastante, la verdad es que tengo un poco de obsesión con mi belleza facial, ahora uso una crema que compré en la teletienda, es algo como cricri no se que... pero una vez probé a ponerme unos caracoles en la cara para que con la baba no se... hiciera algo, pero no sirvió de nada, bueno sí, para lavarme la cara 80 veces por el asco que me daba.
ResponderEliminar